Dans le courant du mois de Novembre 2005 paraît en espagnol aux éditions Calima à Madrid, dans la traduction du poète Miguel Veyrat, une anthologie des poèmes de Jacques Darras, sous le titre Antologia Fluvial
Introduction :
POETA, FILÓSOFO Y TROVADOR DE LA NUEVA EUROPA
Jacques Darras ha fundado una forma de vida poética bautizada en uno de sus versos deslumbrantes como poème parlé marché, que hubiese hecho las delicias de Antonio Machado. Poema hablado que hace camino al andar, que canta poesía hablando. Filólogo enamorado de los ríos, toma de la metáfora de las aguas subterráneas -de donde nacen hontanares que son luego alfaguaras, devienen ríos, cataratas y cauces torrenciales o plácidos y serenos-, la esencia de su poesía. Como las lenguas, cree Darras que los ríos no reconocen fronteras y penetran y enriquecen con sus limos los países que cruzan, al igual que los trovadores crearon las lenguas europeas en su ir y venir llevando noticias, poemas y canciones en la bellísima lengua latina, inalterable hasta entonces.
Este poeta francés ha nacido en 1939 en la martirizada tierra picarda, hollada en el pasado por botas militares españolas y que fue nación con rica lengua propia que llegó a tener Colegio en Sorbona. Sus intereses cordiales y culturales se reparten entre la Inglaterra cuyos blancos acantilados divisa y sueña desde niño -amor que le hace estudiar y profesar la lengua inglesa de cuya literatura americana es catedrático-, y la Bélgica escindida en sus culturas (Le pays au bout de mon Jardin), Flandes y la Alemania de la Reforma, que junto con la Francia jacobina y revolucionaria en cuya lengua se expresa, construyen ahora, junto con las Españas, la Europa moderna heredera laica del antiguo Imperio romano de Occidente.
Esos amores y esas ideas le hacen pegar su sombra a los paisajes -de nuevo como Machado, con quien busca también los datos más ocultos del “amor cortés” y la filosofía- que aprende a amar y a beberse a grandes tragos en sus tormentas, en sus ideas, en sus fuentes, en sus versos, en sus montes, en sus arroyos y en sus viñas. Desde ellos, al caminar practica alternativamente una rica lengua interna, propia de quien fue lactante directo de la tierra madre, que se convierte en diálogo en alta voz con sus lectores y sus compañeros de viaje -amigos, hijos, vagabundos o desconocidos que surgen en el camino- que son también los filósofos, pintores y poetas actuales o pasados que sembraron su mente desde la adolescencia, preñando más tarde su poesía.
Ritmos mentales que se hacen hondos o ligeros, según el cansancio del caminante o la alegría que el vino despierta en su espíritu, pero que nunca afectan al lirismo que impregna esos versos largos, a veces interminables y llenos de meandros con los brazos siempre abiertos a los posibles afluentes que aporten nuevas noticias o sabores, colores u olores de otros predios y otros llanos. Versos que nacen a bocanadas de aire puro desde el padre François Villon al laicismo republicano, las germanías campesinas y tradiciones populares, para dar en el mejor simbolismo francés o en el romanticismo alemán, desaguando a menudo en un automatismo verbal heredero de aquella tradición surrealista que quería cambiar no el mundo sino la vida